Fotógrafa colaboradora habitual de Vogue presenta, bajo el sello 21st Editions, el libro titulado "Fashion", en edición limitada. Cada uno de los 19 ejemplares sale a la venta por 15.000 dólares y contiene cinco imágenes impresas por el método Fresson, cubiertas por sedas de diseñadores como Vera Wang o Pucci. También incluye un libro de anotaciones y anécdotas en el que se pueden encontrar dedicatorias y comentarios de personalidades de la moda y el arte.
Tras graduarse en Visual Communications en el Pratt Institute Metzner comenzó a fotografiar. Su primer cliente comercial fue Valentino y después le seguiría Elisabeth Arden. Posteriormente comenzaría a trabajar para grandes cabeceras internacionales, como Vogue, y se vería inmersa en un sinfín de proyectos internacionales. Por ejemplo una de sus imágenes se incluyó en una famosa exposición del MoMa (Mirrors and Windows: American Photography since 1960).
En este libro las imágenes propuestas transmiten un glamour propio de los clásicos editoriales de moda. También tiene reminiscencias de Tamara de Lempicka y del Art Déco. Su editor, Steve Albahari, le describió este proyecto como un modo de mostrar que la fotografía, independientemente del tema, es inherentemente transformadora y que, las imágenes clásicas de moda de Metzner, son puro arte.
El color es la clave de este proyecto. Metzner había trabajado antes con los procesos de Steichen y Outerbridge, que incidían en el trabajo del proceso del carbono, y que convierten la impresión en color en un proceso de tintes basados en tres colores, sin el negro. Cuando Metzner encontró a Fresson sintió que por fin podía trabajar con el verdadero color. Theodore Henri Fresson inventó el proceso de impresión de carbono realizado con pigmentos de colores y es el único proceso de impresión de archivo que existe. Esta técnica continua viva en la actualidad.
Metzner posee un sentido de la belleza apolíneo. En su trabajo la estética tiene un lugar muy dominante. Para ella la clave de la autenticidad en el trabajo artístico está en el corazón y eso requiere integridad, sinceridad, búsqueda técnica y alma. Al contrario que a muchos otros fotógrafos, a Sheila Metzner no le asusta la belleza, no siente que tiene que estar a la vanguardia y por eso su trabajo es infinitamente hermoso.
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