El Museo Judío de Nueva York homenajea a Helena Rubinstein con una exposición que explora el universo estético de esta emblemática mujer. Hasta el 22 de marzo de 2015 podrá visitarse HELENA RUBINSTEIN: BEAUTY IS POWER (Helena Rubinstein: La belleza es poder). La muestra da buena cuenta de la influencia de esta mujer visionaria que, además, fue una gran mecenas del arte europeo y latinoamericano.
Más de 200 objetos expuestos que nos dan una visión general de la empresaria. Retratos, vestuario (Poiret, Schiaparelli...), algunos de sus primeros cosméticos, los primeros anuncios y algunas películas comerciales. Esta selección se dispersó tras la subasta realizada a la muerte de Helena en 1966. Dibujos y pinturas de Picasso, Joan Miró, Elie Nadelman, Frida Kahlo o Max Ernst que vuelven a reunirse para ofrecernos otra mirada sobre Helena Rubinstein. Se exhiben también miniaturas de habitaciones de la época y sus colecciones de joyas.
De fuerte e independiente carácter, Helena creía firmemente en el derecho de la mujer a tener la apariencia que quisiera, sin importar su clase social o estatus económico. Rubinstein aterrizó en un mundo en el que el maquillaje aún se consideraba de uso exclusivo de actrices o prostitutas pero, gracias a su idea de que la belleza es poder, levantó un imperio cosmético en el que la moda, la belleza y el arte no tenían fronteras. "No hay mujeres feas, sólo vagas", era su frase de cabecera.
El comisario de la exposición, Mason Klein, recuerda la figura de Helena Rubinstein como la de “la primera millonaria hecha a sí misma, un icono global de emprendedurismo femenino y una líder de moda, diseño y filantropía”. Creó el concepto de "salón de belleza" inspirándose en los salones literarios del siglo XIX, consiguiendo que las mujeres los considerasen un lugar en el que aprender a cambiar y mejorar la apariencia física, así como un espacio en el que poder discutir sobre buen gusto y debatir acerca del arte y la cultura.
Helena Rubinstein no llegó a Estados Unidos directamente desde su Cracovia natal. En 1902 emigró en primer lugar a Australia y empezó vendiendo otras cremas a las que pronto añadió las suyas propias. El éxito fue inmediato y abrió salones de belleza en Melboune y Sidney. De este modo el paso a Estados Unidos estaba hecho. En 1915, tras la I Guerra Mundial, su marido y ella viajaron a Nueva York donde por fin se estableció.
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